domingo, 19 de junio de 2016

Letargo...

Lo que mas odio de esta etapa de mi vida en sentirme "cansada". Cansancio físico, mental, cerebral, hormonal, de todo tipo.

Hago cualquier esfuerzo físico un par de horas y debo parar. La cabeza empieza dolerme, el ojo también y en mi mente solo retumba la frase "estoy cansada". Entonces, no dejo de pensar en mi cama, cómo si fuese una adicta que necesita correr y refugiarse en ella.

Todos nos cansamos de vez en cuando, es normal (¿para quien?). Nunca antes "estar cansada" lo había pronunciado tanto como si fuese una muletilla (osea, mmm, este, ahhh). Cada vez que pronuncio esa frase, me parece tan odiosa. Me da escalofríos sólo de escucharme, así que procuro no hablar en términos de cansancio.

¿Porque me causa tanta molestia decir "estoy cansada"?. Es sencillo de responder. Conozco a una de mis cuñadas desde hace mucho tiempo (incluso antes de ser mi cuñada). Ella es la eterna figura del cansancio. Escucharla decir de joven "Estoy cansada" e irse a recostar, después de lavar los platos o después de tomar un baño, me parecía totalmente reprobable. ¿Recuerdan al personaje Tristeza de la película Intensamente?, así es ella, ni mas ni menos.

Cómo niña, adolescente, joven, mujer que nunca practicó el hábito de la siesta. El cansancio,nunca ha sido un pretexto lo suficientemente grande, como para suspender la rutina o cualquiera de las responsabilidades que con ella se adquieren.

Mi familia es así, imparable. Compactamos nuestras actividades y las de otros en unas cuantas horas. Al final del día, rendidos, somos dignos de ir a la cama y descansar.

Veo a mi cuñada deslizarse con letargo. Entra a los sitios acompañada de un "Ay, es que estoy cansada, deja me siento, tu que estas joven déjame el lugar, necesito descansar".  Someto mi yo furioso para preguntar ¿De que estas cansada?, "Ay pues de venir aquí, hay mucho tráfico, luego tu sobrino no para de hablar, me cansa".

Puede ser manejar, puede ser moverse por la ciudad, cocinar, asistir a algún sitio. Todas esas cosas que hacemos las personas diariamente como algo común y corriente,  para ella pareciera requerirle un esfuerzo inhumano. Su actitud ya no me enfurece tanto. Desde hace años suelo decir a mis hermanas "Ella vive en una eterna depresión, porque no es normal estar cansada todo el tiempo".

Hablar de normalidad es algo muy complejo, porque para nosotras lo que ella hace NO es normal. Antes de Pepe, ya había pasado por varios periodos de cansancio. Mi fuerza de voluntad, siempre logró convertirme nuevamente en esa persona imparable. Es tan extaciante ver pasar las horas, confirmar que eres capaz de hacer tantas cosas. Que hasta adquieres mas energía con cada meta completada.

En mi estado actual, no me alcanza la fuerza de voluntad, no me alcanza con mi cuerpo ni con mi espíritu. En voz alta les digo a otros "quiero volver a ser normal". ¿Que pensara mi cuñada? a lo mejor piensa que Ya estoy normal. Que nosotras somos las anormales, por llevar esa vida tan agitada.

Cada vez que critico a una persona que me exaspera, me siento mala persona. Por eso trato de comprender a la otra persona,  comprender que viene de otro contexto, de otra forma de hacer las cosas. Que si yo le rechazo por ser alertagada, ella puede rechazarme por ser acelerada. Pero cuando el aletargado saca provecho de tu condición acelarada, la empatía desaparece y vuelvo a ser una criticona.

En términos de mi propia normalidad, estoy anormal por estar cansada, por estar en el estado normal de mi cuñada. El concubino me dice "pero tu tienes pretexto, no es por floja". En cierta forma es cierto. Acabo de realizar unas tareas domésticas y les escribo esto con muchos malestares que están a punto de llevarme a la cama.

Mucha gente que me rodea es como yo, acelerada. Cuesta mucho comprender la normalidad del aletargado, la forma de caminar de los otros. No puedo evitar creer que lo de mi cuñada no es normal. ¿Bajo que criterios?, porque si comparamos estas dos personalidades en términos de felicidad, ambas saldríamos muy raspadas.  Cada quien vive, con sus hábitos, sus elecciones y sus batallas, no hay felicidad ni amargura permanente, sólo hay vida y vamos a vivirla.

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