jueves, 30 de junio de 2016

Chismografo

¿Recuerdan a mi ginecóloga psicoterapeuta?

Dos años después he ido a verla de nuevo. Tenía una cita pendiente desde hace varios(muchos) meses. A finales de marzo me realicé varios estudios clínicos, con la intención de ir a visitarle y descubrir de una vez por todas donde había quedado mi periodo en estos 8 meses de ausencia. En lugar de hallar mi periodo, hallamos a Pepe. Él se lo había llevado, ésta vez y probablemente todas las veces que me hizo falta.

Entre la charla clínica, no puede faltar el intercambio de preguntas de tipo evaluación psicológica. Tampoco es novedad que salga del consultorio con el nombre y teléfono de un psicoterapeuta.
Ella mostraba mas interés en mi estado anímico. Pareciera que me dieron un baño de criptonita, agotando todos mis super-poderes de autosuficiencia. Me insistía en que debo sacar el mejor provecho de éste momento de mi vida. Por supuesto, acompañada de un psicoterapeuta y así saber en que momento de mi vida comencé a exigirme tanto.  No fue difícil recordar ese momento, sólo hicieron falta unos segundos.

Yo fui una niña extrovertida, segura de mi misma. Daba igual si organizaba clubs de amigos o lideraba el "bullyng" contra quien no gozaba de mi aprobación. Era una líder nata, tenía mis seguidores.

A los 10 años comencé a asistir a la iglesia evangélica. Mi liderazgo se tornó un poco mas sombrío, mas ajeno a los niños de mi edad. Me convertí en una pequeña evangelizadora. Mi lado extrovertido, alegre, "pachanguero" fue dejado a un lado. Solo los otros cristianos eran dignos de mi amistad y convivencia.
Firme en mis convicciones, ingresé a la secundaria, mi seguridad era igual no había mermado. No tenía miedo de invitar a la iglesia a quien se me pusiera enfrente, pero también me era muy fácil hacer un juicio de esos desalmados y vulgares pecadores.

Muchos chismográfos habían pasado por mis manos en mi infancia. ¿Quien es la mas buena onda?, ¿Quien hace mejor pareja? ,¿Quien te cae mas gordo?. Infinidad de preguntas y tonterías en un cuaderno perfectamente diseñado para el chisme. Todos los participantes debíamos escoger un número, escribir nuestro nombre  y después responder a cada pregunta con nuestro número.

Siendo una cristiana celosa, ya no me prestaba más para esas pecaminosas y tentadoras formas de expresión. Fingía que eso no era importante para mí. Aunque dentro de mí, ardía la curiosidad por saber que decían los demás.
 Una de mis amigas tenía el preciado cuaderno, lo contestaba junto a mí. Todas "cotilleabamos" las respuestas, hasta que llegó la pregunta:
¿Quién es la mas Fea?
Mi nombre aparecía en casi todos los renglones. Todas mis amigas me decía que no era verdad. Sin embargo, yo no me inmute, permanecí como si nada hubiese pasado. Hasta ese momento, yo no creía que fuese fea, pero si todos así lo afirmaban debía ser cierto. De repente llegó mi salvación, lo que me daría seguridad para el resto de mi vida:
¿Quien es la mas inteligente? 
Con unanimidad, todos escribieron mi nombre. No me importó ser la mas fea, tenía algo mas valioso. Era mas inteligente que todos ellos y además todos lo reconocían.

No recuerdo si llore en soledad, sólo recuerdo que el hecho de ser reconocida como la mas inteligente me lleno de orgullo y felicidad. Nunca mas me importó ser considerada bella, nunca más creería en un halago hacia mi físico, nunca mas me fiaría de mi apariencia para conseguir algo. Me volvería prejuiciosa contra las mujeres hermosas. No sabría como darme a conocer, como ser simpática o agradable a los demás. Sólo tendría mi sarcasmo y mi ironía. Demostraría a todo el mundo mis habilidades, mis logros y mi inteligencia. Y así fué.



domingo, 19 de junio de 2016

Letargo...

Lo que mas odio de esta etapa de mi vida en sentirme "cansada". Cansancio físico, mental, cerebral, hormonal, de todo tipo.

Hago cualquier esfuerzo físico un par de horas y debo parar. La cabeza empieza dolerme, el ojo también y en mi mente solo retumba la frase "estoy cansada". Entonces, no dejo de pensar en mi cama, cómo si fuese una adicta que necesita correr y refugiarse en ella.

Todos nos cansamos de vez en cuando, es normal (¿para quien?). Nunca antes "estar cansada" lo había pronunciado tanto como si fuese una muletilla (osea, mmm, este, ahhh). Cada vez que pronuncio esa frase, me parece tan odiosa. Me da escalofríos sólo de escucharme, así que procuro no hablar en términos de cansancio.

¿Porque me causa tanta molestia decir "estoy cansada"?. Es sencillo de responder. Conozco a una de mis cuñadas desde hace mucho tiempo (incluso antes de ser mi cuñada). Ella es la eterna figura del cansancio. Escucharla decir de joven "Estoy cansada" e irse a recostar, después de lavar los platos o después de tomar un baño, me parecía totalmente reprobable. ¿Recuerdan al personaje Tristeza de la película Intensamente?, así es ella, ni mas ni menos.

Cómo niña, adolescente, joven, mujer que nunca practicó el hábito de la siesta. El cansancio,nunca ha sido un pretexto lo suficientemente grande, como para suspender la rutina o cualquiera de las responsabilidades que con ella se adquieren.

Mi familia es así, imparable. Compactamos nuestras actividades y las de otros en unas cuantas horas. Al final del día, rendidos, somos dignos de ir a la cama y descansar.

Veo a mi cuñada deslizarse con letargo. Entra a los sitios acompañada de un "Ay, es que estoy cansada, deja me siento, tu que estas joven déjame el lugar, necesito descansar".  Someto mi yo furioso para preguntar ¿De que estas cansada?, "Ay pues de venir aquí, hay mucho tráfico, luego tu sobrino no para de hablar, me cansa".

Puede ser manejar, puede ser moverse por la ciudad, cocinar, asistir a algún sitio. Todas esas cosas que hacemos las personas diariamente como algo común y corriente,  para ella pareciera requerirle un esfuerzo inhumano. Su actitud ya no me enfurece tanto. Desde hace años suelo decir a mis hermanas "Ella vive en una eterna depresión, porque no es normal estar cansada todo el tiempo".

Hablar de normalidad es algo muy complejo, porque para nosotras lo que ella hace NO es normal. Antes de Pepe, ya había pasado por varios periodos de cansancio. Mi fuerza de voluntad, siempre logró convertirme nuevamente en esa persona imparable. Es tan extaciante ver pasar las horas, confirmar que eres capaz de hacer tantas cosas. Que hasta adquieres mas energía con cada meta completada.

En mi estado actual, no me alcanza la fuerza de voluntad, no me alcanza con mi cuerpo ni con mi espíritu. En voz alta les digo a otros "quiero volver a ser normal". ¿Que pensara mi cuñada? a lo mejor piensa que Ya estoy normal. Que nosotras somos las anormales, por llevar esa vida tan agitada.

Cada vez que critico a una persona que me exaspera, me siento mala persona. Por eso trato de comprender a la otra persona,  comprender que viene de otro contexto, de otra forma de hacer las cosas. Que si yo le rechazo por ser alertagada, ella puede rechazarme por ser acelerada. Pero cuando el aletargado saca provecho de tu condición acelarada, la empatía desaparece y vuelvo a ser una criticona.

En términos de mi propia normalidad, estoy anormal por estar cansada, por estar en el estado normal de mi cuñada. El concubino me dice "pero tu tienes pretexto, no es por floja". En cierta forma es cierto. Acabo de realizar unas tareas domésticas y les escribo esto con muchos malestares que están a punto de llevarme a la cama.

Mucha gente que me rodea es como yo, acelerada. Cuesta mucho comprender la normalidad del aletargado, la forma de caminar de los otros. No puedo evitar creer que lo de mi cuñada no es normal. ¿Bajo que criterios?, porque si comparamos estas dos personalidades en términos de felicidad, ambas saldríamos muy raspadas.  Cada quien vive, con sus hábitos, sus elecciones y sus batallas, no hay felicidad ni amargura permanente, sólo hay vida y vamos a vivirla.

martes, 14 de junio de 2016

Reminiscencias Amargosas

Ese pepe me pone depre y hasta se me olvida andar de fúrica odiando gente.  A veces hay chispas de mi otro yo, no debo desperdiciarlas. Estoy saliendo nuevamente a caminar y correr con mis perritos.

En teoría esto debe hacerme sentir mejor, pero me hace sentir más cansada. Aunque de una forma un poco retorcida, si que me hace sentir mejor. Pero no en la formula de SentirMejor  igual a Optimismo + Felicidad.

Por ejemplo, ésta mañana algunas personas provocaron que las odiara, o como vulgarmente se dice "me cayeron gordas" (término bastante discriminante, quien sabe de donde surgió, pero esta muy arraigado en nuestras expresiones coloquiales)

¿Te preguntas por qué eso es "hacerme sentir mejor"?, pues porque llevo muchos días de llorona, sensible, así que sentir odio y desprecio, me acerca mas a mi Yo quejoso en su estado normal.

Por todo mi ruta de caminata-carrera me encuentro al menos un ciento de perros. Algunos están sueltos, otros amarrados ó  encerrados. La gran mayoría esta en pésimas condiciones de salud e higiene.

Los míos no es que sean la mar de bellos, con pedigree y belleza canina. Son un par de criollos de tamaño mediano, adoran salir a caminar. Se les ve caminar orgullosos y felices, con sus lenguas por fuera como si en verdad fueran sonriendo. Los dos estaban en el abandono, decidimos darles una oportunidad.
En este momento, ellos no se encuentran en su mejor estado de apariencia, solo son dos perritos mugrosos con correa, caminando con mucha felicidad.

En nuestro caminar nos encontramos con muchas personas que van rumbo al trabajo o llevan a sus hijos a la escuela, niños y adultos los ven y exclaman:
Mira, ¡Que bonitos¡, ¿Que raza son?, ¿Hembra o macho?, ¿Ya tuvo perritos?, ¿No l@ vas a cruzar?, ¿Yo tengo uno pero es muy enfadoso?

Ya se que soy una pinche amargada por enojarme por esto, veamos mis conclusiones:
  • Primero, ¿para que hacer un cumplido?, ni me conocen, ni quiero conocerles.
  • Segundo, ¿acaso no hay cientos de perros en nuestro camino?,  ¿porque te parece que son bonitos los míos?  Los perros no nacen "educados" y caminando con correa, Hay que enseñarles, con paciencia y disciplina.
  • Tercero ¿Cruzar? ¿En serio? de nuevo ¡HAY CIENTOS en las calles! Seguramente voy a poner a procrear a mis perros para regalar a cualquier persona.
En fin, son de esas cosas raras que hacemos. Admiramos lo de otros, pero no somos capaces de hacerlo para nosotros o para los que nos rodean. Pareciera que tenemos bien metido el ADN el sentido de "Quedar bien". Supongo que me hace enojar que a veces yo también ando de "queda bien", por eso desquito toda mi furia y desprecio contra los "queda bien".

¡Que barbara!, ¡las pendejadas que me irritan!, pero hace tanto tiempo que no renegaba de nada, que hasta gusto me dio recordar cuan enojada me hace sentir que las personas aprecien a mis perros, mientras desprecian y maltraten a los suyos o a los otros que están ahí en las calle.

Odiamos y despreciamos lo malo de los otros, pero es porque vemos un reflejo de nuestro propio Yo que también odiamos. Por supervivencia no nos odiaremos a nosotros mismos, a menos que este mal de la cabeza. Siempre será más fácil odiar nuestros defectos y pendejadas a través de otra persona que de nosotros mismos.



miércoles, 8 de junio de 2016

¿Como estás?

Esa es la pregunta que mas frecuentemente escucho. Siempre ha sido el mismo número de veces, pero después de Pepe ha adquirido otro sentido.

Diferente sentido para mí y diferente sentido para los que saben de la existencia de Pepe.

Si la pregunta es en vivo y a todo color es probable que perciba una expresión corporal distinta a antes de Pepe, si es audible o escrita, tiene una percepción distinta para mí.

En ocasiones no quiero contestar y sólo respondo "Bien"
- ¿bien?
- Sí, bien.
- ¿Segura?
- Sí, estoy bien. Respondo no sin antes titubear un poco.

Entre mas escribo o pronuncio "bien", mas rara me parece su morfología y su pronunciación.
Jamás respondo "mal" pues nadie está preparado para esa respuesta, ni siquiera yo misma.

Es una realidad que biológicamente estoy mal por Pepe. No estoy mal en el sentido de ir llorando por el mundo porque me diagnosticaron un macro adenoma de hipófisis.
No me voy a morir, no se puede poner peor, tiene solución y tengo todo el apoyo de mi familia.
De repente tengo malestares, pero nada diferente de lo que he estado padeciendo en los últimos años.

Estoy mal desde hace mucho tiempo, siempre en una dualidad. Luchando por "vivir bien", pero sin tener la capacidad para encontrarme ese "bien". A lo mejor ya lo encontré, pero algo dentro de mi se asegura de convencerme de que tengo que seguir buscando, que aún puede ser mejor.

¿Será que ese "mal"  tomó una forma física tangible con Pepe?
Entre bromas y sarcasmo, suelo decir  "Estoy mal de la cabeza, ¡Bah!, ¡eso es normal!"
¿Acaso no lo estamos todos?, ¿no somos todos un poco locos?. Sólo que en este momento yo soy doblemente loca, doblemente desbordada.

Meses atrás comenzaba a preocuparme de estar en depresión, ese estado que te atrapa y no encuentras fuerza para salir adelante. Muchas mañanas busque en mi interior como salir de cama, tenía las razones, pero no eran suficientes para mover mi cuerpo. Sólo conseguían enterrarme entre el montón de cosas que no he hecho, cosas que tenía que hacer, culpa por no hacerlas, preocupación por no tener dinero, angustia de no salir adelante.

Eso tampoco ha cambiado. Antes aprendí a cerrar los ojos ante todas mis culpas, salía de cama para trabajar, sólo para eso, pues la energía no me alcanzaba para otra cosa. Mi "responsabilidad" me llevo al colapso físico y me obligo a parar un poco. Finalmente me he detenido, he aceptado que debo trabajar menos. Trabajo menos, pero todas esas cosas que oculté cerrando los ojos siguen ahí.

No puedo, no quiero pedir ayuda, siento vergüenza, me siento fracasada de depender de los demás.
¡Vaya prueba mas difícil me has puesto Pepe! ahogada entre el desorden de mi alrededor, enterrada en mis pensamientos y peleando con mi orgullo, con mi soberbia.  Casi todas las mañanas emprendo mis propias batallas, a veces gano, a veces pierdo.

Una de esas mañanas en que me declaré vencedora, me sacudí las cobijas. Tomé un baño, decoré mi rostro con mi mejor maquillaje y busqué un buen conjunto para ir a trabajar.
Emprendo el recorrido para salir de casa:  Luces apagadas, cajas de arena, puertas y ventanas cerradas, rellenar bebederos de agua de gatos y perros.
Entonces le veo en el patio. Ese pequeño bodeguero, tan amoroso como siempre. Luce sucio, descuidado, ansioso, transtornado, delgado: consumido por todos los milimétricos habitantes del patio. Queda poca huella de su hermoso y abundante pelaje. Mi fuerza se desvanece, todo mi frente cae derrumbado, mis ojos se llenan de lagrimas. La batalla está perdida, no logré salir de casa.

¿Cómo estoy? ... No puedo contar esta historia todas las veces que me lo preguntan, sólo puedo decir:
Estoy bien, a veces bien, a veces mal, Vulnerable ...