Aun cuando avanza tan de prisa y transforma la aparencia fisica de todo nuestro entorno, incluyendo nuestro cuerpo, queda una parte esencial de nosotros que se mantiene.
Ya tengo 47 años, estoy mas en calma, ya no me desbordo como antes, encontré la cantidad perfecta de fuego para mantenerme cálida, sin enfriarme, pero sin llegar al hervor. Me veo en el espejo y se que he cambiado, he cambiado muchas conductas, reacciones y formas de percibir la vida. Sin embargo no siento ser otra. Tengo menos miedo, pero aun me siento con ganas de vivir, de reir, bailar, gozar, hablar con otros, compartir mi vida, mi camino.
Las miradas de otros me recuerdan mi edad, "Ya sientése, Señora!", pero no me siento una señora, solo soy yo, haciendo mi mejor intento por decirle a los demás que las cosas pasan. Los cuerpos pasan, pero tu ser, tu esencia, siempre estará ahí, deseando salir y no dejándose ser ahogada por la implacable inestabilidad del nómada llamado tiempo.
